Cuando uno toma consciencia, reconoce claramente sus verdaderas necesidades y emprende, de manera espontánea y alegre, las acciones concretas que llevan a la satisfacción de éstas, y tomamos aun más consciencia… entrando así en un circuito de regeneración en que cada día-y a pesar de cumplir años cronológicos- uno se siente más lleno de energía y más conectado con el niño que lleva dentro.
Con eso, ya no serán necesarias inquietudes elaboradas como la justicia, la igualdad, el respeto, la ética, la ecuanimidad, la tolerancia, etc; cuando uno toma conciencia, se conecta, se identifica con el otro: ya no hace falta resolver el conflicto de manera ecuánime porque no hay conflicto; ya no hace falta la ética porque tendemos al bien...
* Hay un estado habitual de consciencia... relativo, afectado por sedantes como la publicidad, los políticos y otros elementos de control por parte de un modelo de sociedad basado en el miedo y la creación de necesidades artificiales.
No poniendo los ahorros, obtenidos con tanto sudor, en manos de personas que financian guerras, hambre y lavado de dinero de negocios muy oscuros...(en otras palabras, buscar banca ética o prescindir de los bancos), ver en las personas que nos rodean seres llenos de amor y que merecen reconocimiento no por sus ´méritos´, sino por el simple hecho de respirar; no comprar nada de comercio injusto, no comprar aparatos electrónicos totalmente superfluos (yo no tengo móvil y soy muy feliz) o ropa superflua hecha por personas en condiciones de esclavitud, no colaborar (poniendo nuestro euro) con las multinacionales (las legales y las que no lo son) que comercian con la vida de las personas y sus condiciones de vida y trabajo (en otras palabras, buscando productos de comercio justo). Si eso resulta caro… podemos dejar de tomar alcohol, por ejemplo (¿para qué disminuir el nivel de consciencia cuando aumentarlo también desinhibe y además está al servicio de nuestras necesidades...?)
Liberándonos del afán de corregir o matizar lo que dice nuestro interlocutor; perdiendo el miedo a decir “estoy totalmente de acuerdo contigo”; “lo que dices está al servicio de nuestras necesidades y de la vida”, “ahora te voy a contar yo mi experiencia…” Liberándonos del afán por controlar, estructurar y delimitarlo todo. Cuando uno se libera de las formas, la vida fluye. La ciencia es una herramienta, no un dios al que tengamos que servir. El raciocinio es un instrumento con que contamos y su ejercicio proporciona placer intelectual (satisface nuestras necesidades intelectuales), pero si nos marcamos como obligación racionalizarlo todo, nos agotamos enseguida. Dejarse fluir es mucho más acorde a nuestra verdadera naturaleza ; somos agua en un 70% ó 75 %...por eso nos sentimos conectados con nuestra paz interior cuando oímos el murmullo de un río…
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- Buenos días – dijo el principito.
- Buenos días – dijo el vendedor.
Era un vendedor de píldoras perfeccionadas que calman la sed. Se toma una por semana y no se siente más la necesidad de beber.
- Por qué vendes eso ? – dijo el principito.
- Es una gran economía de tiempo – dijo el vendedor. – Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
- Y qué se hace con esos cincuenta y tres minutos ?
- Se hace lo que se quiere...
"Yo - se dijo el principito – si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría lentamente hacia una fuente..."
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