el camino...

... que a uno le ha llevado a los planteamientos actuales, comparables a la cima de una montaña-en la que a su vez nacen traviesos y desenfadados arroyos de primavera- nace en la tremenda sima de la depresión, generada al ver un sufrimiento inenarrable en los semejantes de uno.
El sistema que hemos conocido, basado en ideas como "somos malos por naturaleza", "qué se le va a hacer", "somos pequeños", "hay que ser humildes", "uno tiene que andar avispado", etc. tiene una forma natural de desplegarse, una forma que tiende a la máxima entropía y cuyo abanico abarca desde la genialidad intelectual de una sinfonía de Mozart, el Quijote o las potencialidades de la medicina moderna, hasta el tráfico insensible de personas- destrozando cuerpos y psiqués-  apoyado en su consideración como meros objetos de intercambio. Uno ha sido testigo de todo eso. Se ha librado de que le afectara directamente a su cuerpo o a su psiqué (aunque esto estuvo a punto de no ser así, en particular en los momentos de mayor hundimiento en la mencionada sima).
Por eso los planteamientos de uno son transgresores; por eso son incendiarios. Por eso resultan incómodos de oír.
Pero la comodidad -o al menos la que nos han vendido siempre- tiene muy poco que ver con la felicidad.