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¿Marx, anticuado?





Marx, anticuado- dice la socialdemocracia capitalista.

¿Anticuado? Para mí, el marxismo está tan de actualidad como en el momento histórico en que nació. Alguien dirá: ¿cómo puede estar vigente ideas que se acuñaron hace 170 años?
Se puede considerar un mérito involuntario del sistema capitalista.
Si sigue la opresión, sigue la inquietud por librarse de ella, así de simple.

¿Qué es el marxismo, sino un lógico contrapunto, una alternativa planteada desde el humanismo al entonces incipiente -hoy decadente- sistema capitalista?
(o, como me gusta llamarlo, expansionismo acumulativista ultramaterialista).

¿Acaso habría sido necesarias la Revolución de Octubre o la Cubana, por ejemplo, si no fuese por la explotación y actitud desdeñosa hacia la vida, la dignidad y la salud que supone el capitalismo bancario, ahora en entredicho?
¿Acaso habría llegado Corea del Norte a un grado de militarismo obsesivo, control ideológico o beligerancia institucional, de no haber tenido encima, desde el momento mismo en que comenzó a germinar en la Península de Corea un proyecto de país socialista, la bota del expansionismo bancario exportado a golpe de bayoneta desde Estados Unidos al resto del mundo en una suerte de Paz Norteamericana, la certeza de que hay un gobierno, el de EEUU, con una serie de aliados, y al servicio de una serie de intereses económico-financieros, con una serie de recursos militares y de inteligencia listos para usarlos con la contundencia que se ha visto recientemente en Irak, Libia, etc. en el mismo instante en que baje la guardia todo aquel que ose optar por un sistema que no se adapte a las directrices concretas de su modelo particular de capitalismo?

Yo no creo que un sistema como el que se vio en la URSS sea, ni de lejos, la mejor respuesta que nuestra especie puede dar hoy día a sus necesidades reales. Pudiendo elegir, diseñar, discutir, no soy partidario de nada que sea impuesto, exigido, censurado... Pero me gustaría subrayar lo de ´mientras pueda elegir´. En momentos históricos concretos, y por desgracia, no ha sido posible la elección. Claro que los países socialistas están llenos de problemas. Pero ni uno solo de ellos está ausente en el campo capitalista, que hoy termina su fase de expansión y se abandona a un delirante y autonegador precipicio. Toda la hambruna que se dio en la URSS o Corea del Norte, el control ideológico, el lavado de cerebro, la represión, la propaganda, la imposición de directrices sobre la cultura, las ciencias, las letras y las artes, toda esa tiranía está presente- eso sí, con distintos pelajes y escalas- en este sistema expansionista, explotacionista, elitista, competitivista y productivista- por tanto insostenible, e injusto, e ilógico, y conservador, sin reconocerlo, del racismo, el sexismo, el especismo...este sistema que se desdobla en opulentas fachadas y trastiendas luctuosas.

¿O existe algún mecanismo de control, no controlado a su vez por la ley de la oferta y la demanda, no supervisado por actores con intereses vinculados a los grandes poderes bancarios- algún mecanismo que asegure que lo que compramos en una tienda o gran superficie no sólo no es nocivo para nuestra salud (a propósito, esto me recuerda que está a la orden del día la estrategia de causarnos un problema y después vendernos la solución,y esto tampoco hay nadie que lo regule) sino que además certifique que a lo largo de la cadena de producción, proceso, transporte y comercialización no ha habido explotación de personas, de otros seres conscientes y del medio ambiente?

Yo personalmente creo en algo más libre y conectado con nuestras verdaderas necesidades que el marxismo (el cual, como decía al principio, considero en el fondo una respuesta a la expansión de otro sistema como es el capitalista, y por ende una consecuencia lógica, si quieres un ´subproducto´de éste) pero... no estoy en absoluto de acuerdo en que el marxismo esté anticuado. Lo anticuado me parece la cueva de las estatuas a que conduce inevitablemente el capitalismo. Este sistema, actualmente en caída libre, intenta devorar todo lo que pueda antes de sucumbir. Lo hace a través de un retroceso acelerado a planteamientos que se remontan al Antiguo Régimen (los niveles de explotación global y local hoy día nos retrotraen a momentos anteriores no ya a las revoluciones marxistas, sino anteriores a la Ilustración y la Revolución Francesa). El sudor y la sangre de generaciones enteras del mundo occidental por la borda. La única diferencia relevante que encuentro es que ahora los bancos (y aquellos poderes, algunos muy oscuros, a quienes financian sin dudar). Confundidos, esperamos a los nuevos Diderot y D´Alembert que nos iluminen un poco el camino. Bueno, en realidad la situación no es tan desesperanzadora; hoy día tenemos acceso a fuentes de información e inspiración de los cuatro confines del planeta y que nos pueden ayudar mucho a diseñar y poner en práctica iniciativas que se plasmen inmediatamente en una vida más en armonía y más conectada con nuestras necesidades....

Pero, siguiendo con el tema político, fijémonos en España. Ha caído un mito: el de la socialdemocracia capitalista. El partido representante de este planteamiento, el psoe, pierde apoyo por el lado progresista. Las personas que sienten la inquietud de vivir en un mundo más humano que el que nos propone la bancocracia han dejado de creer que existe una solución dentro del capitalismo...y se han empezado a fijar en esa corriente, representada por iu y los verdes, que, con sus lógicas y humanas limitaciones, supone la apuesta política más en sintonía con lo que exigen los tiempos (y que se plasma en movimientos como el 15m y otros muchos afines que, en último término, van remando en la misma dirección y comparten su espíritu innovador, su apuesta por la imaginación y la solidaridad como respuesta al dogma y la competitividad del capitalismo). Creo que el movimiento de izquierda (real) español está sabiendo leer las señales, tomarle el pulso a los tiempos (al menos en este país, pero también -y creo que aquí reside gran parte de su acierto- haciéndose eco del enfoque ´piensa en global, actúa en local´ a través del cual se reencuentra con su originario espíritu internacionalista). Creo que la izquierda genuína ha sabido entender la inquietud que, consciente o no, rezuma del pueblo: ´la globalización económica es injusta, desequilibrada e inhumana; necesitamos una globalización de las comunicaciones y del tránsito de personas e ideas´.

La caída del mito de la socialdemocracia capitalista también ha alimentado, desafortunadamente, a su supuesto rival, todo ese espectro de ideas e intereses en cuyo amplio seno la llama iracunda del fascismo antisemita del segundo tercio del siglo xx encuentra lugares comunes con los intereses menos ideológicos y más prácticos del club Bilderberg y las grandes fortunas del mundo- muchas de ellas de familias judías-, ese vasto campo donde las consignas ideológicas más fanáticas de corteza fundamentalista religiosa o patriótica se diluyen a conveniencia cuando se pone delante el cheque o los planos de una gran obra fantasma, ese movimiento difícil de definir más fiel y resuelto de los planteamientos del expansionismo productivista ultramaterialista, tiene en España a un representante de curiosa textura, mezcla homogénea de las herencias -a veces directamente familiares y no negadas- del régimen franquista, con los intereses -espiritualmente esclavos- de los grandes bancos, multinacionales y lo que haya tras ellos (esas organizaciones que mantienen la esclavitud y las formas más truculentas de terrorismo no institucional en pleno siglo xxi, pero cuya existencia nadie puede admitir, o dejarían de generar los dividendos que aportan), la Iglesia Católica, nunca desvinculada en la práctica de los grandes poderes políticos y económicos, etc. en una suerte de conglomerado que, una vez desvanecido en el tiempo y los intereses el supuesto conflicto que lo enfrentaba al contrincante socialdemócrata por motivos de políticas sociales, memoria histórica, 11m e Irak, etc. etc, campa a sus anchas, sin parecer demasiado preocupado por las reacciones sociales, y gracias al gran apoyo recibido no sólo de los grandes intereses mencionados y de la parte del pueblo que sigue abrazando el franquismo (o directamente el neonazismo europeo, fruto de la desinformación e incultura combinada con la forma, escandalosamente manipuladora, en que los medios y algunos políticos plantean temas como el de las migraciones), sino también -y probablemente ahí esté lo que desequilibra la balanza- de millones de personas en quienes ha calado el mensaje del miedo y la incertidumbre de ver cómo el único suelo que considerábamos firme-el del sistema expanionista productivista explotacionista, pero sedacionista- se empezaba a resquebrajar, aceptando una liana que, aunque rota y corrupta, ven como única salvación cuando nos la lanzan desde las ramas los personajes arborícolas de turno al potente grito de que es la única salida de las aguas movedizas en que hemos entrado, según ellos, por no haber sido lo suficientemente competitivos ni lo suficientemente productivistas/expansionistas/ultramaterialistas.

Pero, volviendo a lo anterior, una formación realmente progresista como IU-Los Verdes no podría estar ganando tantos votos (menos escaños de los que le corresponderían en un sistema electoral más ecuánime) en España o por ejemplo a nivel de Andalucía, si no fuese en sintonía con las inquietudes más recientes del ciudadano que sueña con algo mejor y reivindica ese derecho a soñar.

. Yo personalmente tengo una serie de planteamientos referentes a cómo se llega a la liberación, y muchos de ellos salen de lo que uno puede oír dentro del terreno de la política tradicional, circunscrita a lo material, social, etc. Muchos de los planteamientos que yo creo posible llevar a la práctica, comenzando por el ámbito de lo personal, no se circunscriben al campo de la política (muchas de las líneas de trabajo que propongo van por el lado espiritual, social, cultural e incluso físico...). Sin embargo, también siento como necesario a nivel personal un desdoble entre este activismo y la participación en la política, reivindicando ésta como instrumento al servicio de la persona, como ciencia y técnica desplegada con el simple fin de canalizar y coordinar las inquietudes y la participación ciudadana. Por eso, no renuncio a participar en el gran movimiento social progresista y ´galileísta´(en cuanto desafiante de lo establecido) que crece incesantemente, vacilante por momentos, confuso sobre su propia identidad, algo temeroso frente a un abismo para el que no se cree preparado (lo cual en mi opinión no es cierto) dubitativo cuando se le plantea la contradicción entre querer construir un mundo humano y sostenible y, en la otra mano, tener un coche, teléfono móvil, hipoteca, productos de multinacionales y bancos, etc. etc... pero que, a mi modo de ver, ya ha roto esa capa de hielo inicial y más espesa que ha sido hasta ahora la de la sedación y el conformismo.

Volviendo al tema del socialismo, me parece un movimiento de ideas. La parte de discusión, elaboración, inspiración y lucha ocupa siempre gran parte de su actividad. Así, personas que en principio no ocupaban la primera línea de frente de la política a nivel nacional, como Julio Anguita o Juan Manuel Sánchez Gordillo, han salido a la palestra, se han hecho eco de lo que el pueblo pide a gritos tímidos pero claros. Ahí está el ejemplo de Marinaleda, rompehielos a partir de cuyo trazado labrar, desde la tranquilidad y el ahínco, con imaginación y confiando poco en los gritos y mucho en las razones y sentimientos, otros similares aquí y allá con vistas a que se conecten poco a poco...

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