Despiste...

Despiste y rectificación

Se me había olvidado que entre las rendijas del llanto había risas. No recordaba que en las fisuras del tedio se escondía el gozo, que arrecifes de alegría se elevaban, a veces ocultos, bajo los océanos del dolor. No recordaba a todos los que se dan hoy al Amor, dedicando aliento a bichos sufrientes y universales y olvidando los holocaustos privados, potenciales de mañana... Despiste. Toca reorganizar esta azotea. Reinterpretar la agenda, remendar lo irremediable. Voy al encuentro de individuos que no lucen otro estandarte que la tenacidad, la sencillez; de quienes, con inquebrantable paciencia, tejen redes de respeto y armonía para cubrir las armas, ovillos de Paz que disuelven amenazas... Por ellos volveré mi rostro hacia los maestros de roca y agua; gracias a ellos portaré un corazón alegre para cumplir con el Dharma y siempre estará en mi lista de los recados la sonrisa, en mi carro de la compra el soplo espiritual del viento, en mi carta a los Reyes no faltará la melodía de un arroyo, no habrá en mi casa tormenta espantada ni espantosa. Buscará mi cauce su senda. Y si algo frío e insensible, de repente, nos abate, habrá otros muchos que sigan esa senda amorosa, señalada por tantos dedos en flor.

Woodstock